El lifting facial, también conocido como ritidectomía, es una cirugía estética que aborda los signos de envejecimiento en el rostro y el cuello. El procedimiento comienza con una consulta donde se evalúan las necesidades y objetivos del paciente. Durante la cirugía, que se realiza bajo anestesia general o sedación local, se hacen incisiones estratégicas, generalmente a lo largo de la línea del cabello y alrededor de las orejas, para minimizar las cicatrices visibles.
A través de estas incisiones, el cirujano reposiciona los tejidos faciales profundos, elimina el exceso de piel y puede tensar los músculos subyacentes. En algunos casos, se combina con otros procedimientos, como la liposucción del cuello, la blefaroplastia (cirugía de párpados) o el uso de injertos de grasa, para lograr resultados más completos.
El tiempo de recuperación varía, pero suele incluir hinchazón y moretones durante las primeras semanas, con una reincorporación gradual a las actividades normales en un mes. Los resultados son duraderos y pueden rejuvenecer el rostro de forma significativa, restaurando contornos y mejorando la apariencia general.